Sonata al claro de luna
(fragmentos)
Sé cómo todos marchamos solos en el amor,
sólos en la fama y en la muerte.
Lo sé. Lo intenté. No funcionó.
Déjame ir contigo.
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Los labios del vaso brillan a la luz de la luna
como una navaja circular. ¿Cómo llevármelo a los labios,
aunque tenga sed? ¿Cómo hacerlo? ¿Ves?
Todavía tengo humor para comparaciones. Esto me
queda,
esto me confirma que no todo está perdido.
Déjame ir contigo.
Los Átridas
(fragmento)
Yo había visto desnudas las estatuas de los dioses, y sabía
cuan vulnerables eran todas; las estatuas,
brillantes y temblorosas al mediodía,
con las grandes sombras de sus cuerpos como cuchillos
clavados en su propio cuerpo o, de noche,
cuando blanquean vaporosamente en la oscuridad, inaccesibles, intangibles,
aunque sean de piedra y bellas. Mueren
antes que nosotros quizás y aún más profundamente
porque no lo saben.
Fotografía de Joanra Lladós, tomada delante de la casa natal
de Yannis Ritsos, en Monemvasiá en el verano de 2019.
Muchos poemas de Ritsos fueron escritos en un campo de concentración, enterrados en el suelo y enviados al exterior por los medios más increibles.
Cuenta la hija de Ritsos que, estando confinada en su casa con un policía vigilando permanentemente ante su puerta, consiguió recibir los originales de su padre. El mismo día que los recibió se armó un gran revuelo en el exterior de la casa. Al abrir la puerta encontró al policía emocionado, llorando. “¿Qué pasa?”, le pregunto.
La respuesta fue la siguiente:”la dictadura ha terminado”!