Teresa Irastortza Garmendia (Zaldibia, España, 1961) inició su andadura literaria publicando su primer libro Gabeziak, por el que recibió el premio a la Crítica de poesía en euskera en 1980. En su posterior obra poética ha recibido también en 2003 el premio a la Crítica de poesía en euskera, con su obra Glosak, esana zetorrenaz. Ha publicado once libros de poesía y ha participado y participa en diversas antologías y revistas. Olifante ha publicado en 2021 la edición bilingüe traducida por la autora de su último libro de poesía Llenabais el Mundo/Mundua betetzen zenuten. Ha publicado también y numerosos artículos y tres libros de ensayo, dos de lo cuales traducidos ya al castellano, entre los que se encuentra Son nueve los pájaros, traducido por la autora, que propicia una traducción que pretende salvar el enfrentamiento entre literatura y literalidad. Asimismo, fue presidenta de la Asociación de Escritores en Lengua Vasca (EIE) y trabaja en la enseñanza, tanto como directora de Beasaingo Ikastola, como profesora asociada del Dpto. de Filología Clásica de la UNED.
Amaieraz hitz egiteko espreski idatzitako
Ilargiak bere aurpegi iluna bezala
hizkuntzak ere baduela berea,
-uste dudanez-
Heriotza: hezur-haragiz gabetua.
Eta hala edo horregatixe, igual,
hizkuntzaren egitekoa ez dela izendatzea
-uki daitekeena,
ikus daitekeena–,
hizkuntzak etorkizuna asmatzen duela zoriontasunarekin,
ukitu-ikusi ezin dena sortzen
aditzera ematen,
eta estututa zeuden ezpainak zabaltzen dituela
eta barruak erakusten
zeruan irribarreak margotzen dakien
arkatz majikoa bailitzan,
-jakinarazi didazuenez–
Poesía expresamente corregida para hablar del final
Que, al igual que la luna,
también el lenguaje posee su cara oculta,
—según creo—
muerte: despojada de carne y hueso.
Y que así o por eso mismo, tal vez,
la función del lenguaje no es nombrar
—lo tangible,
lo visible—,
y que el lenguaje inventa el futuro con su felicidad
creando intangibles e invisibles,
expresándolos,
y que abre labios apretados
y que ese lápiz mágico
que sabe trazar sonrisas que expanden el cielo
muestra nuestras entrañas
—ya me lo habéis confirmado—.
Intermezzo
Mundua betetzen huen
Lisboako aldapa pikoetan gora
edo Gorlako bideetan,
edozein hiritako alde-zaharreko kale-zirrikitu
edo goardasolpean
lanbroaren zirri-zarra estutik
libratzen ginenean.
Mundua betetzen huen
eta aise pasatzen geninan
hegan bezala
debrazete abiatzen ginenetan.
Eta orain mundua zagon hutsik
eta geu bakarrik
mandarina zuritu, kafea gozatu
edo autoko erretrobisoretik hire bila
abiatzen denean gure gogoa,
eta batez ere,
esnatu nahi ez dugunean
eta batez ere, hitz-erdi batekin
erakarri ezin haugunean
eta gela hotzotan
hustasuna neurtzen baino asmatzen ez dugunean.
Intermezzo
Llenabas el mundo
en las empinadas cuestas de Lisboa
y en los paseos por el Gorla,
o en cualquier esquina de cualquier casco viejo de cualquier ciudad
o cuando bajo el paraguas
nos protegíamos
de una inesperada y fina llovizna.
Llenabas el mundo
y lo atravesábamos airosamente,
casi en volandas,
caminando del brazo.
Y ahora el mundo está vacío
y nosotros solos
tanto si mondamos mandarinas o endulzamos café
o cuando inesperadamente nuestro recuerdo te busca
en el retrovisor;
y sobre todo,
cuando ni deseamos despertar
ni logramos convocarte
con media-palabra
a estas frías estancias
donde solo acertamos a limitar vacíos.