Descripción
DESARRAIGO
Nos refleja el cristal del desarraigo;
volvemos al niño aquel que rompe espigas,
que arroja sus preguntas hacia el aire
y le llueven sin fuerza y sin respuestas.
El rastro de las horas, desde entonces,
solo conduce al aura del silencio,
al frío que detiene cuanto late
(lento fluir de arcilla por la sombra),
un misterioso insecto que alimenta
a la bestia que acecha en lo invisible.
Por eso la clausura cotidiana
deja en el aire surcos de ceniza
mientras crece tu raíz en otro suelo.
Rompe el viento el cristal y las espigas.
Toda certeza el viento la deshace.
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