Descripción
SON nubes las cabezas. Parecen de sereno los deseos, el agua que en cuerpo afluye, el perfume blanco de los días; todo es ingravidez. Escondidas las cabezas en el humo se elevan con sus anclas de hielo y azar coreando como salmos «el camino no es el ancla, es el delirio». Ni la carne ni el descanso, ni las cárceles sin gente, no este reducto de amor que es vuestro cielo. Sus verdades manan de la exactitud de lo más imperfecto.
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