Descripción
EL DÍA QUE LAS ESTRELLAS DEJARON DE TENER CINCO PUNTAS
Mi cerebro ya no es el centro del universo.
He venido a arder
como tus labios entre mis piernas,
como esa tristeza absurda
por no haber planeado los últimos besos.
El mundo empezaba en tu boca.
Por lo demás, nada que no sepamos.
Y es que yo te quería
con el silencio sospechoso de un campo de minas.
Nadie nos había presentado.
Nos conocíamos de vista. Ahora sé cómo te llamas.
Pareces cansado. Quizá decidiste no volver a mentir.
-Me voy. Estoy cansado.
Si lo hubieras dicho así, todo habría sido más fácil.
He procurado coincidir contigo a pesar del azar.
No me ves. No sé si me buscas.
Tus ojos brillan desde el fondo de la habitación.
Demasiado ruido
demasiado torpe para leer en tus labios.
No sé si sonríes. Casi puedo acariciar tus manos.
-¿Ya te vas?
Si te hubiera preguntado no habrías respondido.
Si el viento sigue moviendo las ramas de los árboles
voy a echarme a llorar.
Betancuria viajes Fred Olsen. Pasa un autobús.
Sabemos lo que te gusta. ¿Sí?
El viento arrastra las hojas de las ramas
y el pelo de esa chica. Bonito vestido.
Estás tan serio. Tus ojos
resultan todavía más tristes sin gafas.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.