Descripción
Una marchitada
Ligera, como si estuviera muerta,
ella lleva los guantes, el pañuelo.
Un perfume, en su cómoda,
desplazó el olor tan querido
por el que, antaño, se reconocía.
Ahora hace mucho que no se pregunta
quién es: (una lejana pariente)
y, pensativa, da vueltas,
y vela por un cuarto temeroso,
que ella cuida y ordena
porque aún quizá
lo habita la misma muchacha.
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