Descripción
Delirio y destino
Se había vaciado de sí misma y ya no se dolía; había perdido su imagen y esto era un gran descanso. Esa imagen que sin darnos cuenta elaboramos que puede ser pálida, casi impalpable; y entonces atrae, y da eso que se llama ligereza, buen aire, pues hace que la persona esté poco ausente como conviene para enterarse bien de las cosas. Pero hay una imagen de sí densa, cargada de sentimientos, casi corpórea y si sus contornos son muy fijos, ya la imagen está en trance de convertirse en “personaje”, más real que la persona misma, alimentado a su costa… Y mientras el “personaje” crece y toma posesión de cuanto espacio vital le dejan, sus semejantes, la persona que lo sustenta, se vuelve como un fantasma.
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