Descripción
LA NATURALEZA HECHA PIEDRA
El arquitecto modernita se adentra en la naturaleza con la misma actitud con que el creyente se inclina ante el misterio. Cuando reproduce en las fachadas las grandes hojas de acanto, las gigantescas margaritas y los rostros sonrientes de las ninfas, no pretende retratar a Dios: Dios está detrás. No es panteísta. Pero la naturaleza es sagrada, y hacerla brotar en las aceras y elevarla hasta las azoteas es, para el arquitecto modernista, un acto de fe.
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