Descripción
LA NANA EN NÍNIVE
Las buenas madre mecen a sus niños de tela
con un ojo de bruja y un ojo de cristal.
Las buenas madres viven en torres diamantinas
y hay un bosque de piedra que te impide llegar.
Allí nacen las nanas y crecen y son flores
carnívoras que muerden y se echan a volar.
Las buenas madres cuentan mil chismes de la aurora
y están todas suscritas al diario local.
Burgueses con bigote y ruedas en los pies
son sus fieles maridos, que no saben cantar.
Las buenas madres trinchan una nube y la dejan
cocerse a fuego lento y todos a cenar.
Se murieron los príncipes. Ya no quedan lentejas.
Las leyes ya no vibran, ni la flauta de Pan.
Las buenas madres muestran el desnudo más blanco
y tiene minas de oro su pubis de coral.
Qué pena de carrozas, qué pena de los duques
que nunca se pararon siquiera a preguntar
si anochece en su tierra, si en alguna posada
las nanas de los muertos volverán a sonar.
Nadie ha visto sus pechos, nadie ha visto sus labios.
Los ángeles meriendan con ellas y se van.
Las buenas madres riñen y adoptan a las ranas.
Las buenas madres duermen de pie bajo la mar.
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