Descripción
COYOACÁN, 1963
Los poetas mueren tristes y pobres,
abandonados. Y nos dejan los mayores tesoros.
Mueren pobres los príncipes de la belleza
y las palabras, con una cerilla en las manos.
Nos hablan de la herencia de la humanidad
y de la luz. Nos llevan al misterio salvaje
de llamar a una puerta donde te esperan,
al sur del tiempo,
con velas encendidas y un agave azul.
Los poetas mastican en sueños las piedras
de la luna y nos preguntan: ¿Qué parte
de lo que eres te llevarías a Ocnos
o a la Quimera desolada?
Se levantan temprano para fumar un cigarrillo,
prenden una cerilla y se les para el corazón.
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