Descripción
Pronto se enteró de lo que sentía. Ante la joven se encontraba el buen héroe como si hubiese sido pintado, de manos de un maestro, en una pared blanca. De este modo estaba allí el espada.
«Si tenéis a bien amarme, muy bella joven, con todos mis sentidos quiero ser siempre como vos me ordenéis. Mis castillos y mi gente han de servirte de modo que nunca tenga, dama, que arrepentirme».
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