Descripción
Julio Cortázar se bajó del cielo en una escalera. Tenía alas muy grandes pero las ocultaba porque era tímido y no le gustaba llamar la atención. Sin embargo era tan alto que no podía evitarlo y además, para colmo, no podía parar de crecer en estatura. Las palabras de Julio eran como esos juegos de colores que iluminan el cielo. Uno lee y ve cosas dentro de la mente que jamás había visto. Por eso y porque es muy ingenioso y poético y el santo de todos los cronopios que bailan tala y bailan catala, hay que leer a Julio. Se lee y luego se le quiere. Es así de inevitable.
(Gioconda Belli)
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