Descripción
Como si la oscuridad no constituyera clausura suficiente, manos invisibles cerraron de golpe las contraventanas desde dentro, de forma que solo podíamos ver los iconos, ya no la habitación que había detrás. Solo se ha conservado el rostro de María en colores sorprendentes, el nacimiento de su velo, dos manos revestidas de oro que indican un camino pero que también podrían dar a entender rechazo, así como la cruz situada a la altura de su corazón; por lo demás, nada, aparte de su contorno.
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