Descripción
Fue ésa mi primera guerra: peleas a voces,
al mediodía, de hombres que sopalancan fardos
mientras las gavias chillan sus vocales monótonas
de complejas blasfemias sin llegar a las manos.
Hombres fornidos con motes enclenques que empujan
bacalao en barril y encumbran sacas de arroz,
que pueden, con un brazo, alzar rollos de cable
inmensos, izar galvanizador ondeante para
arrojarlo a las bodegas mientras los ganchos y argües
basculan alrededor. Almuerzan a la sombra
de pilas de mercancías atadas con nudos
y cinchas, y alejan a las gavias con mendrugos.
Siempre alguno e lesiona, el ron y la diabetes
de otro se llevan una pierna: queda raquítico
como su apodo. Es mendigo orgulloso, rugiente
cual camión que acelera en lo mejor de su trago.
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