Descripción
NOMBRAR A LAS BESTIAS
Te equivocabas con respecto a la sangre.
Es en realidad el cordero-come-carne el que nos aterra,
no el león-come-carne.
El Alma indómita que grita, escupe y sangra nos inspiró;
el aroma de la hierba clara y limpia nos aturdió.
Son los ojos, los dulces ojos de siempre que apenas muestran miedo.
Es la boca humilde llena de sinceros jugos.
Son las piernecitas cruzadas sobre las óseas articulaciones.
No es la codicia –no puede ser la codicia–, es el ayuno;
no es el divorcio, es la custodia;
no es la sangre, es la supinación.
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