Descripción
VII
El lago, esta mañana,
amaneció de hortensias erizado
y de blancas camelias guarnecido.
Avanzaban, solemnes,
las velas de los barcos.
Y temblaba la tierra,
y crujía la escarcha,
como la soledad, como el vacío,
bajo mis pies descalzos.
Y las primeras aguas del deshielo
inundaban los cauces,
y bajaban los ríos
colmados y espumosos,
y toda esa opulencia se vertía
en la cuenca del lago
con una terquedad que me turbaba
y me enseñó que nadie
(ni yo, ni mi confusa biografía)
tiene el menor derecho
a empañar con sus ojos la alegría.
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