Descripción
Sírveme, Calixto, dos dobles de Palermo,
y tú, Alcimo, ponle nieve a mi copa.
Que empape mi pelo el húmedo amomo
y doblegue mi cabeza el peso de las rosas.
Ese mausoleo de enfrente nos incita a la vida,
recordándonos que hasta los Césares mueren.
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