Descripción
Las grandes puertas del granero esperan abiertas a los carros perezosos cargados de hierba seca.
El sol cae sobre la alfalfa tostada y denuncia algunos hilitos verdes todavía.
En haces apretados los apilan luego en el pajar henchido que se pandea.
Yo estoy aquí y ayudo también.
¡Miradme tumbado sobre la cresta de la carga!
Con las piernas cruzadas coy sintiendo el traqueteo de las ruedas,
luego doy un brinco, recojo el trébol y, hecho
una pelota, ruedo con el cuello enmarañado
y cubierto de paja.
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