Descripción
III
Pero el bosque dejó de ser misterio
y el leñador nos asustó: su fiera
mirada sin amor, su brazo fuerte
de verdugo, la dura bienvenida.
Fuimos con miedo a su cabaña, todos
recibimos un hacha, él nos dijo
que era ley de la tierra. Y abatimos
el árbol, derribamos la espesura
fresca de las palomas, la colina
donde se quedan las estrellas solas.
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