Descripción
XVI. ACICALAMIENTO
Como en la infancia vivimos a un palmo del cielo y ahora, qué amanecer es éste.
Heracles yace como un jirón de seda rasgada en el calor del azul mientras dice,
Gerión por favor. La grieta en su voz
le hizo pensar a Gerión por algún motivo en ir a un granero
a primera hora de la mañana
cuando la luz del sol sorprende una bala de heno mojada por la noche.
Por favor Gerión métetela en la boca.
Así lo hizo. Tenía un sabor dulce. Estoy aprendiendo mucho este año,
pensó Gerión. Tenía un sabor muy joven.
Gerión se sentía lúcido y poderoso… no como un ángel herido después de todo
sino alguien magnético como Matisse
o Charlie Parker… Luego se quedaron mucho tiempo tumbados, besándose, hasta que
empezaron a hacer el mono. Sintieron hambre.
Pronto estaban en una mesa de la estación de autobuses esperando la comida.
Habían empezado a ensayar
su canción («Regocijad, Jesús ha vuelto») cuando Heracles empujó la cabeza de Gerión
contra su regazo y comenzó a hacer como si
lo despiojara. Gruñidos de gorila mezclados con ruidos de desayuno en la cocina.
La camarera llegó con dos raciones de huevos
en las manos. Hundido bajo el brazo de Heracles, Gerión alzó la vista.
¿Recién casados? dijo ella.
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