De madre francesa y padre italiano nace en Taranto «nel mezzo del cammin» del siglo XX. Transcurre su infancia en Padua pero se afincará definitivamente en Perugia, encantadora ciudad universitaria, de donde es originario el padre. El dolor originado por la pérdida de su madre en plena juventud no le abandonará nunca.
Su brillante capacidad intelectual le convierte, en su día, en el Catedrático más joven de Italia (Facultad de Geología). A pesar de la labor docente y de investigación desarrollada en la Universidad de Perugia, su gran pasión es la poesía. Su carácter tremendamente temperamental y exigente tanto en el terreno emocional como intelectual, le suelen convertir en el centro de atención allí donde va. Su generosidad material y su frescura casi infantil de angelote grande le hacen ganar amigos con facilidad. Colabora en programas culturales en una emisora de radio y, durante un breve período de tiempo, acude a reuniones frecuentadas por gente como Sofía Loren o Pier Paolo Pasolini. La publicación de su primer poemario «I vinti giorni» (Perugia, 1978) se gestó en ese ambiente, editado y prologado por el mismísimo Carlo Ponti.
A pesar de sus habilidades sociales prefiere mantenerse al margen de cenáculos y grupos intelectuales: es incapaz de soportar la hipocresía.
Ed io qui
a fingere di credere le loro menzogne
Y yo aquí
fingiendo creer sus mentiras
Sus firmes convicciones políticas de izquierda tampoco admiten componendas ante la injusticia o la mentira. Su rebeldía vital adquiere un destino trágico, como si la causa de todo fuese esa caprichosa levedad de los dioses de la antigua Grecia. En algunos de sus poemas se respira ese ambiente helénico donde resuena la voz de Kavafis
i barbari ritorneranno al loro vento
e resteranno soltanto
i duri raggi infuocati
del nostro tramonto
los bárbaros regresarán a su viento
y quedarán solamente
los duros rayos abrasados
de nuestro ocaso.
Su actitud beligerante le llevará en muchas ocasiones a perder relaciones personales, tanto en el ámbito sentimental como social y familiar. Su continuo contacto con los alumnos y algunos profesores de la Universidad le mantienen activo socialmente, aunque incapaces de saciar su exagerada pasión
I folli pensieri
e la ragione,
gli affetti tremendi
e le torbide scene.
Las ideas locas
y la razón,
los tremendos afectos
y las escenas turbulentas.
Tremenda batalla interior que convierte en manifiesto vital la figura de este lado del espejo. La imagen reflejada es una pura alucinación sentimental de otros cuerpos («la loro bellezza esaltava»), otros amores, ya gélidos
Ma quel che prima era
già ora non è più.
Pero aquello que antes era
ahora ya no es nada.
Esa llama interior que solamente se calma, a veces, en soledad. Y en el canto. Por el que se ve saltar al duendede su amado Lorca
Gigli, dalie e garofani bianchi!
E il mio e il tuo volto, amor mio
in un canto di luna sepolta.
Lirios, dalias y claveles blancos!
Y mi rostro y el tuyo, amor mío
en un canto de luna sepultada.
Su progresivo aislamiento se traduce en versos que convierten la experiencia material del dolor en un sentimiento de ascendencia casi mística, sin otras manifestaciones artificiosas en la forma que los interrogantes y las exclamaciones que acompañan a sus dudas y sus revelaciones. Sus poemas son como epigramas de sensaciones que revelan su emotividad pendular, un poco al estilo de su venerado Sandro Penna (Perugia 1906 – Roma 1977). Su atenta lectura de este poeta, considerado uno de los mejores del «Novecento», le impulsará a escribir y publicar un breve trabajo crítico sobre su obra.
Tendrán que pasar 20 años para poder leer su segundo poemario, titulado «Refoli, (poesie controvento)». Título («Ráfagas») y subtítulo (poesías a contraviento) altamente reveladores: un movimiento breve y súbito, a contracorriente. Tanto, que ni siquiera se preocupó de buscar un editor. Apenas unos cuantos ejemplares para los amigos más íntimos. El volumen incluye una reedición de «I vinti giorni» y 56 nuevos poemas. El primero de ellos, el más breve de su obra, es ya una declaración
Soffia vento, soffia,
zattera sono che naviga!
Sopla viento, sopla,
patera soy que navega!
Y más adelante, en otro poema, precisa
Ah, barca senza vela
e senza cuore!
Dove porti
il mio dolce infinito amore?
Ah, barca sin vela
y sin corazón!
Adonde llevas
mi dulce infinito amor?
Sopla el viento contra la nave del poeta que, sin vela ni timón, navega por los mares cada vez más procelosos del alcohol con la proa a contracorriente, huyendo de puertos seguros, de playas paradisíacas o un mar en calma. Los escollos del naufragio se avistan en lontananza mientras el poeta, en su indolencia, sigue cantando, consciente de la inutilidad del lamento. Se debate entre la duda, los interrogativos, y el anhelo de los exclamativos. Todo el poemario destila un cierto panteísmo helénico que se desprende de un paisaje natural y vital que parece estar dominado por el fatalismo de unos designios caprichosos, ante los cuales el poeta reacciona
consolandomi inutilmente
con le interminabili lune
dei poeti deliranti
consolándome inútilmente
con las interminables lunas
de los poetas delirantes
En todo el libro están presentes los elementos naturales más clásicos de todos los tiempos: el sol y la luna, el mar con sus olas, sus escollos y las barcas, el viento, la lluvia, los ríos y esa noche acechante que parece interminable. Trata de defenderse el autor en un poema titulado «Orginalitá» que traducimos íntegramente
Non è molto originale
avere questo dolore
e null’altra ispirazione
che porti la penna
alla poesia.
Ma non so
s’è solo colpa mia!
No es muy original
tener este dolor
y ninguna otra inspiración
que lleve la pluma
a la poesía.
Pero no sé
si es solo culpa mía!
De ese viaje personal entre la intensidad de ese deseo inalcanzado y su recuerdo nace una nostalgia al estilo de Pessoa o del ya citado Kavafis. No quisiera terminar este breve comentario sin citar unos versos en lengua árabe que el autor rescató de una pared de la Alhambra de Granada y que se hizo traducir al castellano por un amigo
Desprecia al corazón
que no ama la belleza,
repugnante, es el ser
carente de pasiones
indigno él es, del sol
que alumbra y de es beso
con que suele aplacar
nuestras penas
la luna
Gian Piero Tosti es un gran poeta, y por desgracia con muy poca obra publicada. Volcó sus sentimientos en sus versos probablemente como único alivio posible. Es el tipo de poeta que me interesa; aquel que se nos presenta a pecho descubierto, lejos de floridos artificios presuntuosos. Sentimiento en estado puro.
Antoni, es cierto lo que dices. Mil gracias por tu comentario
Realmente Gianpiero Tosti fue un apasionado que vivió con intensidad poética,al estilo de Vinyoli. En sus mejores tiempos llamaba la atención allí donde iba al llenar el espacio con su presencia y su voz. No quise dejar de asistir a su funeral, celebrado en su amada Perugia,a pesar de que mi salud,en esos momentos, era algo delicada. Nunca olvidaré las últimas y proféticas palabras que me dijo en una breve conversación telefónica mantenida pocos días antes de su muerte, ocurrida hace apenas 5 años: “vado a dormire”. Los dos días que pasé en Perugia esperando al funeral dieron lugar a una serie de poemas, escritos “in situ” en italiano, y en los que la vitalidad de su figura se impone. Baste citar uno de ellos, en los que se refleja una conversación mantenida durante una noche de verano en la terraza de un bar de Barcelona:
IN TERRAZZA
I ricci d’angiolone
un titanico corpo sorvolando
van gareggiando sempre
con le labbra per vincere il sorriso.
Bocca che franca sbocca
il verbo aromatico
che nudo emerge eccessivo dal cuore,
rende il dolore ignaro agli altri.
Come un lampo in un sogno
in mezzo alle tenebre.
Tacciono tutti attorno.
Gracias por tu aportación. Feliz semana.
Lo mismo,Alma, gracias