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Presentación de Pozo pródigo, de Goya Gutiérrez
enero 27-19:00 - 20:30

Presentación de Pozo pródigo (Olifante Ediciones de Poesía), de Goya Gutiérrez, a cargo de Júlia Bel
Viernes 27 enero 19.00 h.

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GOYA GUTIÉRREZ (Cabolafuente – Zaragoza – 1954). Es poeta y escritora. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Central de Barcelona UB. Es coeditora y directora de la revista literaria Alga desde hace 20 años, editada en formato impreso en papel y digital www.revistaliteraria.com . Ha publicado las plaquettes Regresar, (Barcelona,1995) y Desde la oscuridad/From the darkness (Barcelona, 2014), y los poemarios De mares y espumas, (Barcelona, 2001), La mirada y el viaje, (Barcelona, 2004), El cantar de las amantes, (Barcelona, 2006), Ánforas, (Madrid, 2009), Hacia lo abierto, (Barcelona, 2011), Grietas de luz, (México-Madrid, 2015), Y a pesar de la niebla (Barcelona, 2018), Lugares que amar (Barcelona 2022) y Pozo pródigo (Zaragoza, 2022). La novela Seres circulares, ebook 2019.
JÚLIA BEL. Poeta nacida en Barcelona. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Se caracteriza por fusionar la poesía con otros lenguajes artísticos. Como creadora escénica ha realizado numerosos espectáculos poéticos de diferentes formatos, destacando su obra teatral en verso Trece Rosas y su adaptación del ballet Petrushka estrenada en París.
Como artista visual ha presentado instalaciones poéticas tanto en sala como en espacios urbanos o en entornos naturales. La más reciente es OR, literatura de cordel del s. XXI.
Investiga en la innovación de los formatos poéticos para acercar la poesía a un público amplio y diverso. Es directora artística del Atelier de la Poesía Flotante, y edita libros de artista, en tiradas limitadas, siendo la más conocida su colección Ediciones en Cobre.
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Tanto tiempo anduve tan desierta de ti…
Vuelven las golondrinas del recuerdo, el color penetrante
emanado de las guirnaldas fúnebres,
el olor del incienso consumido, preámbulo
del peso ligero de la muerte en los hombros
abriendo los senderos con mis pies los pies desnudos
y sangrantes, los pedales de la pobreza, los esputos, las uñas
de animales sagrados, el trasiego por las vidas en
las nubes de tierra polvorienta,
el tintinear del oro, las palabras atemporales
allegados son iguales,
la estrechez que se abre, se bifurca, desemboca
en el puerto
del fuego, la ceniza que se ha de expandir y rotar
hacia otro principio,
la ceniza gestada en el hogar, mezclada con el agua
de mi lejana infancia
con que mi madre expulsaba la infernal calentura.
Se alzan los altares, los rincones sagrados del tiempo
que exorcizan el miedo a caer en ese pozo aciago,
en la vorágine del río de la muerte
y el eterno retorno.
Tanto tiempo estuve tan desierta de ti deambulando
entregada al azaroso soplo de los vientos y a su libertad,
que no oí las campanas anunciando el incendio
que asolaba su casa.
No reniego del libre errar de mis pasos que impotentes
a los males del mundo construyen una fe renacida
hija del desespero
que es amor y es vacío, un silencio en tu hueco
donde vierto mis preces
por quienes sigo amando, porque la ira de todos
los aullidos
afine sus acordes, amanse poco a poco su cólera.
Y ante las derrotas, resistencia tenaz
entonando aquel canto
que con dolor ensalza la vida y cree en el milagro
de la libre existencia.
Si te asomas podrás llegar a ver el desamparo
del injusto destino de quien es desterrado,
que ayer con mano firme conducía su ser,
su cuerpo todo
hacia el umbral inalterable de sí mismo.
Pero la caminante se apoya en la esperanza
frente a la aspereza de los desiertos
de encontrar comprensión en el pozo pródigo
de los errantes,
que amplios y perspicaces
saben distinguir la verdad bajo la arena, la sal,
las piedras o las nieves.
Y así nuestros pasos superan el más férreo muro.
La errancia tiene al nivel de su mirada la casa
más abierta del mundo,
la escalera que sube al firmamento,
la estrella que le infunde la palabra
que no se ha de negar.
LA CASA
II
Ejército pacífico de platos alineados,
pendientes de la orden,
a la espera de la puesta en acción, de romper filas,
de amparar el país de la alquimia que tiene lugar
en la matriz ardiente, centro y eje,
crisol en donde la materia de carnes y pescados,
de verduras
se transforma en el oro meloso deslizándose
por las largas estancias interiores
que van a dar a la mar, la tersa piel reflejo
del sustento y placer de vivir.
Estilizadas copas como exquisitas yeguas
galopando entre el ágape
de manteles de yerba, hembras que deseosas
de llenarse del bruno o claro germen consiguen
seducir al compañero poseedor y a la mano
que vierte.
Vasos de agua como potros, los equinos
infantes necesarios que amansan la pasión
y vierten sus líquidos diamantes con que licuar
el oro
que se ha tornado piedra en las entrañas.
Hierven las sopas sobre el fuego como ese
primigenio caldo de donde vino todo,
en sus burbujas la pasta de estrellas sueña
con las policromadas alas del pájaro posado
en el alféizar huyendo de la lluvia,
su orbe transparente penetra entre las hojas
de cristal,
gratitud de lo dado,
agua renovadora, gota a gota colmada
para crecer por dentro, para ablandar la tierra,
que el universo beba,
y que emerja el gusano, ese almuerzo caliente
que los picos esperan.