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Cristina Grisolía en Llorens Llibres de Vilanova i la Geltrú
mayo 18-19:00 - 20:30

Presentación de El paisaje es un animal solitario de Cristina Grisolía | Llorens Llibres | Carrer de Sant Sebastià, 12, 08800 Vilanova i la Geltrú (Barcelona)
Presenta Juan Pablo Roa
Jueves, 18 de mayo⋅19:00 – 20:30
Llorens Llibres
Carrer de Sant Sebastià, 12, 08800 Vilanova i la Geltrú (Barcelona)

Tania Pleitez Vela
[Tomado del prólogo del libro:] Qué queda en nuestras manos de lo vivido? ¿Qué imágenes se engarzan a nuestra piel? ¿Qué caricias se estampan en la pupila? ¿Estoy verdaderamente acompañada o habito en el planeta desamparado? La lectura de El paisaje es un animal solitario de Cristina Grisolía me evocó una serie de preguntas como estas. Inmediatamente después de leerlo, transportada a un estado de reflexión, invitada a explorar lo invisible, me fui a escuchar la canción de Sandy Denny, «Who Knows Where the Time Goes» [Quién sabe a dónde se va el tiempo], interpretada por Nina Simone. La artista afroamericana, en un concierto en vivo, antes de cantarla, expresa algunas palabras ante el público y se pregunta: «¿Qué es esta cosa llamada tiempo? ¿Qué es?». Luego se queja de que tengamos que ir siempre pendientes del reloj, para ir al trabajo, para tomar el martini vespertino, el café. «El tiempo es un dictador», afirma con su potente voz, para después volver a preguntar: «¿Adónde se va? ¿Qué hace? Pero, sobre todo, ¿está vivo? ¿Es una cosa que no podemos tocar y que está viva? Y luego te miras al espejo y te dices: ¿Adónde se fue el tiempo?».
[Tomado del prólogo del libro, «Incrustaciones del tiempo», de Tania Pleitez]
Dos poemas:
EL DIABLO disfrazado de diablo sin levantar sospechas
deambula por las casas, repite verdades reversibles
confortables axiomas.
Su voz meliflua se inmiscuye
entre el más pequeño y el más viejo,
enfermos ambos
de vida breve. Entre almohadas
el diablo filtra recados y mandatos
une con hilillos de cobre los extremos del miedo
les deja manchas de dedos en las frentes
y se muda.
EL TIEMPO eligió un lugar soleado, se hizo perezoso
egocéntrico, de pulso tenue a la primera hora de la tarde.
A mitad de camino, abandonado un extremo para cimbrar el arco,
los curiosos con agua entre los dientes al sol de Siracusa
admiran la semicircular ranura cavada
en la ingeniera piedra
donde se acunan lagartijas y el polvillo de las sogas de palma.