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Arqueologías, de Ada Salas
15th diciembre 2022-19:30 - 20:30

Presentación de Arqueologías, de Ada Salas, a cargo de Jesús Aguado
Ada Salas (Cáceres, 1965) Ha recibido los premios de poesía Juan Manuel Rozas (1988), Hiperión (1994) Ricardo Molina (2008), y el premio de Ensayo Fernando Pérez (2010). En 2019 recibió la Medalla de Extremadura por toda su trayectoria. Su obra ha sido traducida al sueco, al italiano y al alemán. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Arte y memoria del inocente (1988), Variaciones en blanco (1994), La sed (1997), Lugar de la derrota (2003), Esto no es el silencio (2008), Limbo y otros poemas (2013), Descendimiento (2018) y Arqueologías (2022). En colaboración con el con el pintor Jesús Placencia, Ashes to ashes (2011) y Diez mandamientos (2016). En 2021 ha aparecido Criba (PezPlata Ediciones), con obra gráfica de Laura Lio. Cuenta también con los libros de reflexión sobre la escritura poética Alguien aquí (2005) y El margen, el error, la tachadura (2011) y Poética y Poesía (2019). En 2016 se publicó una antología de toda su obra: Escribir y borrar. Asimismo, su obra Descendimiento fue llevada a la escena y estrenada en el Teatro de La Abadía en 2021.
Acceder
al sustrato
–un paisaje que no
habíamos previsto–.
Lo que fuimos aflora por
entre las piedras
sube
por entre las raíces
seca
el borde de las hojas
quema
la punta de las ramas.
Lo que fuimos entonces constituye un paisaje
–constituye el paisaje–.
Animales
que pastan
el verde que supuran nuestros huesos
el verde que es el musgo
de nuestra calavera.
Es posible empezar como si todo
–nada–
hubiera sucedido
–me dicen estos pájaros–. Pero ellos
–también–
repiten ese canto
como
si no hubiera
pasado. Lo tibio de este aire los confunde
piensan
llegó la primavera
piensan
es preciso cantar
como si el mundo
comenzara de nuevo.
Tuffatore
Toda la noche me entretuve en recoger
las moras una a una ya todas
en sazón. A la luz
de la luna. Recorriendo
el camino
que se hundía en el monte.
Oí primero puro al ruiseñor.
Oí después hozar
al jabalí. Toda la noche un viento acompañaba
dulce
la
recolección. Después ya muy cansado cuando
amanecía
comí junto al arroyo.
Moras.
Después busqué el rumor de la cascada.
Y me lancé a la poza cuando el sol
nacía. Solitario y desnudo. No supe
si caía
era
vivificante el agua
eran
el verdor y la sombra
lo húmedo y el limo
el lomo
de los peces profundos. Debía
regresar
–ya casi daba el sol
sobre las cosas–.
Pero solo pensaba en lo poco
que pesa
un cuerpo entre lo ingrávido. Y creo
que no quise
despertar de esa noche
–te digo
si preguntas
lejano y extranjero
de pie frente a mi tumba–.