MMarina Oroza es poeta, Performer y actriz, su escritura avanza ocultando sentidos, por lo que el lector que se la quiera leer ha de realizar un trabajo continuado de sacar a la luz sentidos medio enterrados, una labor de rescate, pero claro, en toda labor de rescate lo devuelto a la luz es ya otra cosa, pertenece por supuesto a otro orden de la percepción.
Hay sorpresa que estalla en la mente al encontrarse frente a una puerta abierta que nos coloca al borde de lo infinito. La poeta escribe:

La durmiente número once
se despierta a tiempo de salvarse

Como toda poesía logada, que es por otra parte la única que existe, Marina Oroza se salva y nos salva del peligroso sueño de la hojarasca sobrante del lenguaje para permanecer en aquello que importa, es decir, la unión directa.
Y añade.

al compás de la respiración.

Respirar, hablar, cantar, comunicar, conocer. Como para un actor, una actriz, una cantante, la respiración es ritmo que sitúa en el exacto eje. Ese es el punto de partida que va desde el primer verso que abre el libro:
Una mujer siempre está sola

Hasta el que lo cierra:
Que sea tan normal estar aquí

Soledad indispensable, ya lo sabemos, y la normalidad de un modo de concebir una vida diferente.
Como en todo ejercicio de creación hay dolor. Pero a la vez hay goce. Nuevo orden de las cosas es un camino espinoso de despojamiento para quedarse con el placer fundacional. El goce es el núcleo, el punto de partida, luego llegan otras desviaciones que marcan surcos en el goce primordial de la vida. El dolor es aquí un suspiro que deja volar todo lo que sobra o no nos ha servido para abrazar el disfrute de lo pequeño y esencial.

Solo hay una dirección posible,
Aparece espontáneamente,
La mirada un poco extraña.
El amor es coincidir justo
Cuando ya no lo esperas.

La sorpresa siempre llega para poner finalmente un orden. El orden esperado que todo lo toca y que como un hilo de araña teje un recorrido que avanza y retrocede, y acaba por fundir escritura, actuación, performance. Es el hierro candente de la vida.

 

si es preciso empezar
a romper aguas
encima de otro cuerpo,
a morir de vida
cuando nazca más deseo
desde cl otro cuerpo.

Si la distancia sostiene
el azar del encuentro.
una fantasía en cl fondo
invisible del ancestro.

Si es así empezar
a ser como somos juntos,
por montañas de isa al galope
sumidos en partículas de calcio.

Si al bebernos regamos
los desiertos de esperanza.
Si es así empezar
a ser como somos juntos.
Qué importa todo lo demás.

***   ***   *** ***   ***   ***

algunos árboles
comparten sombra,
un viento solo,
una tierra sin fin,
el vapor del fondo
de una cueva de hielo.

Las ventanas encendidas
apagan las estrellas.
Los vientos del sol,
los caballos, las ovejas,
administran magnetismos
y los pasos que damos
alrededor de los otros.

Cuando bajan las grullas
subimos hasta las vistas
de un lago allá en el fondo
de una montaña rota, el lago
de agridulces aguas profundas
donde vive un pez solitario.
Subimos hasta que nos parece raro
que sea tan normal estar aquí.

***   ***   *** ***   ***   ***

los animales del bosque
son pacientes en lo escondido.
No necesitan deshacerse de su cuerpo,
ser el viento que nace de las ramas
y la fuerza del deshielo en primavera.
Un ciervo mira hacia arriba,
los animales lo saben todo.

***   ***   *** ***   ***   ***

la noche es de todos los colores,
una toalla absorbe
la luz de los párpados.

El contorno de la montaña
esparce la sombra de una nube,
prefiero cerrar la ventana.

Habló de un círculo abierto,
defendió la piel, bailó,
dejó los puños en equilibrio.

En la isla redonda, hay
mas caballos que gente.
Tos pájaros no tienen miedo.

Las ovejas miran pasar los coches,
mastican con resignación
pensamientos orgánicos.

Hablaba en sentido figurado?
fue cuestión de segundos,
pude ver cómo desaparecía.


RODOLFO HÄSLER nació en Santiago de Cuba, en 1958. Reside en Barcelona, donde se desempeña como traductor. Ha publicado los poemarios: Poemas de arena (1982), Tratado de licantropía (1988), Elleife (1993, y Polibea, 2017), De la belleza del puro pensamiento (1997), Poemas de la rue de Zurich (2000), Paisaje, tiempo azul (2001), Antología poética (2005), Cabeza de ébano (2007), Corona mar (2011), Diario de la urraca (cuaderno paulista) (2013), Journal de la pie (2015) y La vida en el Hotel Greco: (antología poética) (2015) así como la plaquette Mariposa y caballo (2002). Obtuvo la beca de la Oscar B. Cintas Foundation de Nueva York, en 1993.

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